domingo, 26 de febrero de 2012

NIÑOS QUE SUFREN COMO ADULTOS



Con mayor frecuencia acuden a nuestras consultas adultos cada vez más jóvenes. Y digo adultos porque pese a tener edades de 10 ó 12 años padecen dolores y patologías más propias de sus padres. Se calcula que el 42% de los niños menores de 11 años sufren de dolores de espalda y que antes de los 15 años el 51 % de los niños y el 69 % de las niñas han padecido dolor de espalda alguna vez.
Casi siempre el diagnóstico es el mismo, dolor de origen idiopático, que en idioma muggle, significa “no tengo ni idea de por qué lo tiene, pero vamos que el chiquillo seguro que no se muere de esto”. Y las causas son muy diversas, entre ellas (ordenadas de menor a mayor importancia):
  • Enfermedades sistémicas
  • Traumatismos
  • Abuso farmacológico, especialmente antinflamatorios que merma la capacidad de recuperación de los niños
  • Deportes de “alto rendimiento”  a edades tempranas
  • Deficiencias nutricionales
  • Obesidad (cada día más presente)
  • Malos hábitos posturales
  • SEDENTARISMO

A la hora de plantear un tratamiento, yo siempre tengo en mente las enseñanzas de una de las personas que más sabe de ciencia de la vida, mi madre. Y cito textualmente extraído de su tesis de la vida capítulo uno, más vale prevenir que curar. Este es el pilar básico para el tratamiento del dolor de espalda infantil. Obviamente, habrá veces que será necesaria la actuación fisioterapéutica para curar, pero lo primordial será la reeducación (tanto de los niños, como de los padres) de los hábitos lesivos.
Será imprescindible revisar ciertos hábitos:
  1. NUTRICIÓN o de lo que se come se cría: la dieta debe ser variada y multicolor, con abundante fruta y verdura. De esta manera nos aseguraremos que aportamos todas las vitaminas y demás sustancias necesarias para un correcto desarrollo. También intentar reducir el consumo de azúcares y harinas refinadas, que aunque sé que suena a tópico, si la prevalencia de diabetes infantil y de obesidad ha aumentado, es por algo y no sólo por causas genéticas (que es sinónimo de idiopático). Será necesario educar a los niños en la importancia del masticar bien los alimentos (una buena técnica es tragar los alimentos cuando están tan triturados que no somos capaces de distinguirlos), ya que esto va a facilitar la absorción intestinal y va a liberar de mucho trabajo al estómago evitando así dolores en la zona media de la espalda producidos por sobrecargas de esta víscera.
  2. CORRECCIÓN POSTURAL: según los padres, las mochilas escolares son una de las principales causas de dolor de espalda. Sorprendentemente, no hay evidencia científica que relacione el uso de las mochilas con el dolor de espalda. ¿Cómo es esto posible? Los niños transportan la mochila una media de 30 minutos al día, sus espaldas, aunque tiernas, estructuralmente son capaces de soportar esto y más. El problema no son esos 30 minutos sino, qué hacen el resto de los 1410 minutos que tiene un día. Ese, queridos padres, es el productor del dolor. Por ejemplo, nos preocupamos por el uso que le dan los más pequeños a la tecnología, pero no cómo la usan físicamente. Como fisioterapeuta me aterra ver niños de 6, 8 ó 10 años que pasan dos y tres horas seguidas jugando con la Nintendo DS, la PSP o el iPad, con la barbilla apoyada en el pecho y mirando hacia abajo. Las consecuencias que esto tiene en la modelación de su columna cervical son irreparables. O verlos sentados en las sillas en clase o en casa, con la zona lumbar completamente cifosada (arqueada en contra de la curvatura natural de la espalda). Por eso es de vital importancia que los educadores (no me refiero sólo a los profesores, sino a los padres = educadores) hagan un buen trabajo de educación postural para evitar futuras lesiones al igual que lo hicieron enseñando a sus hijos a lavarse los dientes para prevenir caries.
  3. EJERCICIO FÍSICO: es junto con la educación postural las dos herramientas más efectivas para lograr la salud de los niños. Yo no apuesto por ejercicios de alta competición o con gran exigencia física, sino educar en la necesidad de hacer deporte, sea el que sea, de manera continua e integrarlo como una rutina en la vida diaria, como por ejemplo el cepillado de los dientes.


Por último recordemos que los niños basan su aprendizaje en la imitación de sus referentes (padres, profesores, cuidadores, etc); de tal palo, tal astilla. Con lo cual, ninguna explicación, castigo o imposición va a ser tan efectiva como un buen ejemplo.